Poemas

Plano secuencia

La entrada de un ritmo en la noche
Cuando sus tendones se tejían
Sobre una manta salpicada de lámparas
La entrada de una música
Cierta cosa inyectada en lo parejo
Y la instauración de una simbiosis que se alargue
Hasta que el planteo infinito de la cadencia
Vuelque su peso sobre esta piedra gravitatoria
Mientras un coche pasa una lluvia se desprende
Un cuerpo se desnuda y rescata su forma.

(de Diapasón)




Además del recorrido antológico por libros anteriores, Plano secuencia incluye ocho poemas inéditos. Aquí hay algunos de ellos:


Anochecer

Sucede que nunca has sentido en tus ojos abiertos
La carga de la oscuridad, por eso es que tampoco
Te ha rozado el miedo. Podrías intentarlo: correr las cortinas,
Probar el extraño aire de la luz ausente,
Sentir por primera vez que el corazón quiere huir
Pero sin ver el camino que tus pies están pisando.
¿Notaste cuánto pesa el color negro? Así será
Todo pronto. Ya el ciclo está cumplido.
Ya es tiempo del eclipse de seis soles.
Apenas hemos alcanzado a predecirlo,
Descubrir que llegaría, al fin, la ceguera,
Y ahora entenderemos lo más importante:
Si era mejor saberlo o acaso convenía
Seguir el camino del pasado, dejar que la primera sombra
Engullera al último sol y luego el planeta
Girara sin eje y se desangrase en un viejo fermento
Hirviente de noche, de locura, de fuego
Y de estrellas desesperadas.

a Isaac Asimov

Nota: En 1941, Asimov publicó en Astounding Science Fiction el cuento titulado Nightfall, que se considera el mejor de todos cuantos escribió. Surgió de una sugerencia de su editor, que consistía en escribir un cuento de ciencia ficción a partir de la siguiente cita de Emerson: «Si las estrellas aparecieran una sola noche cada mil años, ¿cómo creerían y adorarían, y conservarían durante muchas generaciones el recuerdo de la ciudad de Dios?». El poema está inspirado en el relato de Asimov.



Foto desconocida

En esa foto, otro instante embalsamado
Que casi consigue escapar de la eternidad.
No pudo hacerlo. Dejó todo aquí, con esas herramientas
Prestadas por la realidad para su propio plagio,
Y convirtió la escena matutina del colegio
En un campo de batalla con cuerpos cercenados:
Falta un brazo allí, aquel no tiene cabeza,
Muchas piernas se perdieron en el disparo
De la cámara y toda una dimensión cayó
Sin dejar siquiera un rastro de sangre.

Hurguemos en los restos: las caras
Que descubren la lente llaman primero la atención
Aunque no son las que importan. Sin embargo,
Ubicado en un ángulo fingido
Por las leyes del formato, un hombre mira hacia abajo
(Siempre hay que andar con cuidado) y presta
Lo opaco de su cuerpo para quedarse ahí,
A la vez en el pasado y el presente,
Abriendo frente a mí un agujero negro
Que absorbe la materia del olvido y me arrastra
Hacia aquel punto escondido en el cráneo,
Justo detrás de otro recuerdo, fijos sus rasgos,
Nítidos por prepotencia de juventud; provocando
Que yo estire los dedos, los pase por su silueta,
Y compruebe que, sí, ese es mi padre,
Y no aquel cuyo rostro
Quedó cerrado hace años ya a la luz.




Destino fijo

Porque hay una línea en sal trazada
Que se vislumbra aun a lo lejos,
Vamos a caminar. Lento,
Los pasos se oyen, el eco
Rebota contra las piedras;
Rápido, un relámpago que muy tarde
Se replica en un crujido ronco.
Lento, el sol da de frente
Pero algo vemos al fin; rápido
Es oscuro y a ciegas, como un pérfido juego.
Vamos a caminar: lento,
Un sabor que nos pasa por la lengua;
Rápido, todo
El veneno junto.
Vamos a caminar: sopla en contra
Un arduo viento y nos llaman,
El sendero es pedregoso.
Pero estamos
Cada vez más cerca.


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